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En muchos programas sanitarios -como la vigilancia de las enfermedades infecciosas, la salud materno-infantil y la nutrición y la seguridad alimentaria- los resultados sanitarios pueden verse influidos directa e indirectamente por la variación climática local, los fenómenos meteorológicos extremos y los cambios en el comportamiento humano relacionados con los factores meteorológicos y el cambio climático. Comprender la relación entre los datos climáticos y los resultados sanitarios es esencial para desarrollar intervenciones de salud pública y estrategias de adaptación eficaces.

Por ejemplo, la investigación sobre la malaria suele hacer hincapié en la relación entre la temperatura y la propagación de la enfermedad. Los datos climáticos, como la temperatura, las precipitaciones y la humedad, y la presencia o densidad de vectores podrían ser útiles para predecir los brotes y minimizar sus efectos sobre la salud. Dicha integración de datos podría ayudar a los programas de enfermedades infecciosas a comprender dónde pueden estar cambiando las poblaciones de vectores, qué geografías y poblaciones pueden estar en mayor riesgo de aumento de la transmisión, la duración de los periodos estacionales de alta transmisión y qué zonas de captación pueden necesitar prepararse para futuras demandas sanitarias.

El aumento de las temperaturas, la alteración de los regímenes de precipitaciones y los fenómenos meteorológicos extremos, como sequías, inundaciones y tormentas, suponen amenazas inmediatas para la producción de alimentos y las cadenas de suministro. Estos acontecimientos pueden dañar o alterar la distribución geográfica y las condiciones de cultivo de las cosechas, perturbar las redes de transporte, comprometer el acceso a los alimentos y, en última instancia, influir en las pautas alimentarias y los resultados nutricionales, sobre todo en las comunidades vulnerables. La combinación de datos climáticos con datos de salud rutinarios sobre malnutrición humana puede mostrar el impacto de las medidas de adaptación agrícola en la salud humana, y ayudar a planificar las intervenciones nutricionales de los fenómenos meteorológicos extremos.

Los fenómenos meteorológicos extremos, intensificados por el cambio climático, plantean riesgos inmediatos para la salud humana por las lesiones, los desplazamientos y el aumento de la morbilidad, la mortalidad y los problemas de salud mental relacionados con el estrés térmico. Los cambios de temperatura, humedad, calidad del aire y frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos tienen implicaciones para la salud respiratoria, como el asma y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). Además, el cambio climático agrava las disparidades sanitarias existentes, afectando desproporcionadamente a poblaciones vulnerables como los ancianos, los niños y las comunidades con bajos ingresos. Estos grupos suelen tener un acceso limitado a la asistencia sanitaria y a los recursos para adaptarse a las condiciones cambiantes del entorno. La incorporación de datos climáticos a los sistemas de vigilancia sanitaria puede ayudar a identificar a las poblaciones vulnerables y anticipar los cambios en la carga de morbilidad asociados a la variabilidad y el cambio climáticos.

Reconociendo la naturaleza interconectada del cambio climático y la salud, es crucial adoptar un enfoque eficaz para abordar estos retos. La integración de datos sobre clima y salud proporciona una visión holística de cómo los factores climáticos contribuyen a los riesgos para la salud, permitiendo una comprensión más profunda de la relación entre las condiciones ambientales asociadas al clima y la aparición de enfermedades.

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